Ese es el cumpleaños de hoy. Nada menos que 40 años son los que hace ya que el hombre, por primera vez, puso sus pies en esa preciosidad que nos ha acompañado desde nuestros primeros pasos en este planeta, a nosotros como individuos, y a la humanidad como especie. Desde el hombre de las cavernas hasta nuestros días, no sería arriesgado decir que cada ser humano se ha quedado alguna vez embobado mirando a la Luna. Y a buen seguro lo seguirán haciendo los que vengan detrás de nosotros.
A todo el mundo le gusta recordar dónde estaba y cómo vivió aquella retransmisión en directo. Hoy lo hemos vuelto a ver en la tele. Yo no puedo recordarlo porque no había nacido. De hecho, mi relación con la llegada del hombre a la Luna es precisamente la fascinación que siento porque algo tan futurista ocurriera antes de que naciera.
Mucha gente dice que no deberíamos haber ido (ni deberíamos estudiarla), porque le quitamos magia. De alguna manera, al saber que es una roca, la hacemos más terrestre, un objeto más. Bueno, es una forma de verlo. Para mi es justo al contrario: no solo no le resta magia, sino que la multiplica por dos. Ahora tenemos dos imágenes para hacernos soñar, que son las que acompañan a este post. La primera, para fascinarnos con el Mundo en que vivimos, el Universo y la Naturaleza; la segunda, para fascinarnos con el Ser Humano y con las posibilidades de su Inteligencia.
Nunca me cansaré de oírlo: “That’s one small step for man, one giant leap for mankind”
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